Los alumnos
del UNITRE de Perugia han contado sus experiencias, vivencias y recuerdos. Un
poco para conocerse, un poco para practicar el idioma y seguramente para vivir
un tiempo de añoranza a través de las fotos. Esperamos vuestros
comentarios.
Un pintor de Bucarest (por Ornella Busti)
El señor que se ve en la foto ha sido, sin lugar a dudas, la persona más interesante que haya conocido en mi vida. Digo era, porque ha muerto, un pintor que venía de Bucarest, o sea de Rumanía, y había ido a vivir en Asis porque era muy religioso. Se llamaba Dragutescu (su nombre era Dacu). Lo conocí porque su mujer daba clase de francés y yo necesitaba aprender el francés para dar un examen en la universidad. Aunque fuese un hombre ya entrado en años, fue para mí una afinidad inmediata. Por una parte me sentía intimidada por su notoriedad, dado que era un artista famoso, por otra me enamoré de su maravillosa personalidad. Era un hombre encantador, que te hacía percibir la belleza del arte. Sus obras eran poéticas, y revelaban un alma noble, delicada. Hacía sobre todo dibujos, pero pintaba también cuadros de colores tenues. No fue solo él que me encantó, sino toda su familia. Su mujer, holandesa, era una mujer extraordinaria, amable, muy bonita, instruida. Además, vivían en una de las casas más bonitas de Asís, una casa antigua situada justo debajo de la Fortaleza (La Rocca Maggiore), por lo tanto se podía admirar un panorama que no es fácil encontrar en otras ciudades.
Incluso conocían a mucha gente de todas partes del mundo que íban a visitarlos, por eso se me abrieron horizontes desconocidos, se me reveló el mundo del arte. Recuerdo una velada maravillosa en su casa. Había una decena de personas que venían de diferentes paises, por tanto los idiomas se
mezclaban, y en fin cada uno de ellos recitó una poesia en su lengua, fue muy conmovedor escuchar esas poesías sin comprender nada, pero saboreando la musicalidad de los versos. Cuando, después de mi licenciatura, estuve en Londres cuatro meses, encontré a Dragutescu por una exposición suya, y lo pasamos muy bien juntos visitando la ciudad. Fuimos a ver el observatorio de Greenwich , incluso escuchamos un concierto. El fue también mi testigo de boda y me regaló uno de sus cuadros. Durante nuestra amistad me retrató dos veces. Tengo también un retrato de mi marido y uno de mi hija cuando era una niña. Mi amistad con esa familia fue muy duradera, no solo mientras ellos vivían en Asís, sino también cuando se trasladaron a Roma. En su casa de Roma, gracias a ellos, conocí a mucha gente interesante, pintores y escritores famosos. En conclusión puedo decir que haber conocido a un hombre tan rico desde el punto de vista cultural por cierto me ha enriquecido la vida.
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